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domingo, 11 de enero de 2015

MI SECRETO


Nunca me distinguí por mi discreción a la hora de exponer al mundo mi pensamiento. Desde mis primeros años juveniles pendió siempre sobre mi cabeza la traicionera espada de Damocles. Hoy tampoco me quedaré callado ante tanta estupidez con la que seré juzgado. No seré tan necio como ellos para creer que mis ideas y pensamientos son verdades absolutas, ya que nadie tiene esa certeza, y ni quiera Dios o esa naturaleza que nos rige, si es que en realidad hay algo que nos guía, que nadie sea el poseedor de esa verdad que tantos ansían. Lo que sí creo es que estos tristes monigotes de peluca blanca y sayones negros, estos cuervos carroñeros que se alimentan de la destrucción de almas e ideas, tienen menos razón que yo.

Este tribunal hoy me señalará con el dedo y se tomará la libertad de decidir si debo seguir vivo o morir de la manera más cruel, sin embargo no tendrán la satisfacción de escuchar de mis labios el nombre que quieren oír. Me morderé la lengua hasta sangrar, me la arrancaré con mis propios dientes si es preciso, aunque me sometan a las más duras torturas.

Sé que si hoy me veo en esta situación es debido a parte de mi alumnado, que decidió traicionarme y dar mi nombre a los señores inquisidores, pobres almas ineptas que tratan mantener al mundo  bajo el manto de las tinieblas, ilusos que pretenden que el mundo no avance, que no se abra a la luz del conocimiento. Lo que ellos no saben es que hay otros muchos que seguirán mis pasos, que no tendrán miedo y lucharán para adquirir los conocimientos que me serán negados.

Entre mis discípulos hay traidores pero también fieles seguidores de la luz de la razón. Sobre todo mi pequeña Therese, esa niña que hace años un gran amigo mío, su padre, dejó bajo mi cuidado cuando el pasó por el mismo trance por el que yo estoy pasando en estos momentos.

A pesar de que siempre estuvo bajo mi tutela nunca vivió conmigo; hubiese sido absurdo, yo estaba tan vigilado como su padre. Gente fiel la tiene oculta a la vista de esta pandilla de depredadores. No soportaría que ella pasase por los mismos horrores que estamos pasando nosotros, por eso hice jurar a un grupo de amigos leales que cuiden de ella como si les fuese su propia vida. Tengo todas mis esperanzas puestas en esta niña; es coherente, lógica, inteligente, despierta, con una clarividencia magistral, con ese tipo de personalidad que solo sale a la luz una vez cada muchos siglos. Eso que estos paladines de la auténtica verdad, esa que ellos predican e imponen, verían un peligro digno de eliminar.

Ellos saben que existe, ya que torpe de mí, no fui capaz de eliminar sus textos cuando fui apresado, pero afortunadamente no tienen idea de su nombre ni les será fácil localizarla, no si la telaraña que he pasado años tejiendo a su alrededor para protegerla se mantiene fuerte.

Yo ya no tengo futuro, sé de sobra cual será mi camino, un camino muy corto que me llevará a un final temido y esperado a la vez, pero siempre queda un motivo de esperanza... Una voz opaca sin ninguna entonación ni emoción particular me sacó de mis meditaciones:

"Señor Giordano Bruno, este tribunal considera que la exposición de vuestras ideas es perjudicial y atenta contra la moral y ética de la ley establecida. Dado que también os negáis a colaborar con este santo tribunal negándoos a facilitar el nombre de aquellos que os siguen y propagan vuestras ideas, lo que contribuiría a relajar de alguna manera vuestra pena; debemos comunicaros que sois condenado a la muerte en la hoguera, acto que se llevará a cabo en breve. Seréis devorado por las llamas vivo y el ajusticiamiento tendrá lugar en una plaza pública para que sirva de escarmiento a la población. Un hermano será puesto a vuestra disposición antes del ajusticiamiento por si os toca la gracia divina y queréis confesar y expiar vuestra culpa. Que Dios misericordioso perdone vuestros pecados".

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Mi muy querido maestro y protector:

Me han comunicado esta mañana la triste sentencia. El mundo es injusto e infame, no puedo entender cómo alguien tan generoso como vos, que jamás ha cometido delito alguno, simplemente el de compartir sus conocimientos, sea condenado a ese cruel final.

No temáis, sé muy bien que esta carta no debe salir de mis manos, y aunque saliese jamás os la harían llegar. No obstante, sentía la necesidad de que la pluma volase sobre el papel en blanco y dejar marcado mi sentimiento. No puedo hacer nada más que lamentar vuestra injusta muerte y llorar en silencio por vos y por mí. Lo que sí os puedo jurar es que vuestras ideas y vuestro nombre seguirá presente para todos hasta mi último aliento. Ese será mi agradecimiento por todo lo que me habéis dado.

Estoy segura de que detrás de mí vendrán otros y algún día lejano vuestro nombre será reconocido como lo que realmente fue. Un pensador que trató de iluminar el oscuro camino    que otros habían forjado.

                     Siempre os llevaré en el corazón. Vuestro más fiel discípul...o
                                                                                                                                                                                               Giordano Bruno




Therese volvió a leer la misiva mientras se secaba los ojos humedecidos. Lentamente se llevó el papel a los labios y depositó un beso suave. Dobló la hoja con cuidado y la acercó a la vela. Ahora debía ser prudente y llevar a cabo todas las lecciones de Giordano, si quería cumplir su juramento no debería dejarse atrapar. Mientras contemplaba las cenizas del papel y el humo que ascendía hacia el techo de paja y se escapaba por entre las rendijas, tuvo la seguridad de que sus palabras estaban llegando a su destino y Giordano, allí donde estuviese, estaría contemplándola con aquella sonrisa de satisfacción que asomaba a su rostro cada vez que plasmaba una de esas ideas que tanto le apasionaban.

FIN