Dicen que la cobardía es un acto repugnante y miserable.
Dicen que es traidora y pusilánime,
que deja en la estacada
lo más sagrado de la vida humana.
Dicen que muchas ideas se perdieron,
Porque bellacos cobardes las silenciaron;
Prefiriendo huir ante la adversidad,
al no tener valor, y ocultar la realidad.
Esas son citas de sabios que nunca suelen mentir,
y yo no soy nadie que las puede rebatir.
Pero cuando la cobardía se convierte en fidelidad,
cuando se calla por no dañar una amistad.
Cuando se bate en retirada para no infringir más dolor.
Cuando se baja la mirada para no delatar tu temor,
y que este sirva para poner a los demás en el paredón,
eso no es cobardía, es un acto de valor.
No me arrepiento de las veces que he enmudecido
por no herir a un compañero leal.
Las heridas provocadas al morderme los labios y callar,
son actos que no merecen medalla.
Muchos por el contrario dirán que es una felonía,
creyendo que es falta de tesón y cortedad.
Aun así, brindo por esos momentos
En que la vida se vuelve adversa,
convirtiendo dos palabras opuestas
en dos fieles compañeras de batalla:
cobardía y lealtad.
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