Ya me venía oliendo que algo iba a cambiar, tanto ajetreo para arriba y para abajo no era normal. Bueno también ayudó el que sea un poco cotilla, hace días escuché a mamá comentar con una amiga que se la terminaba la excedencia —qué ni sé lo que es, ni me importa—, lo que ya no me gustó tanto fue escuchar que a mí tendrían que llevarme a un sitio que se llama guardería.
Confieso que me dio un poco de miedito ver a mami todos estos días suspirona y preocupada, nunca la había visto así, ella siempre sabe lo que tiene que hacer. Pero lo que realmente me acojonó, fue cuando la oí decir a todo aquel que quisiera escucharla, que la daba mucha penita dejarme allí, pero ¿Dónde iban a llevarme?
Mi mamá es muy valiente, sólo hay que ver lo bien que soporta —sin que se la mueva un pelo— las visitas a ese señor tan serio que me mete un palo en la boca, una cosa rara en los oídos y me aprieta la barriga con esas manos siempre heladas; aunque lo que peor llevo es la manía que tiene de pincharme en el culete, luego se queja y dice que siempre le dejo la camilla llena de pis. ¡A ver, que uno es humano! Así que llevo unos días que estoy nerviosito perdido, vamos más llorón de lo acostumbrado.
El viaje es muy largo, papá dice que ha sido una suerte encontrar una guardería tan cerca del trabajo de mami. Y yo aprovecho para echar una cabezadita. ¡Ale! Ahora que estaba soñando con montañas de chuches otra vez en danza.
A la entrada nos espera una señora alta y muy delgaducha, dice que se llama Remedios y será mi cuidadora ¿eso qué es lo que es? Me coge en brazos, contemplo con estupor que me da un beso y raspa, esta señora tiene más bigote que papi. Mamá le da una bolsa y a continuación tras besarme y decirme que sea bueno se van. “¡Mamá, papá, eh no os vayáis!” Una cosilla rara me sube por la garganta, es como cuando tengo ganas de gimotear, pero en este caso no puedo. Creo que mami se iba llorando y no quiero que la dé más penita. Además tengo que estar pendiente de que “la Bigotuda” no me vuelva a besuquear y trato de zafarme de sus brazos como pueda.
No me suelta hasta que no llegamos a una sala donde veo muchos coleguitas. ¡Bueno esto ya empieza a mejorar, un montón de amiguitos nuevos para jugar!
— Hola me llamo Luiz ¿y tú? —pregunto al que tengo más cerca, por cierto, que asquito está lleno de mocos.
— Yo me llamo Jozé Carloz Alfonzo —¡hala! el avaricioso casi no deja nombres para los demás— Te voy a daz un conzejo, ¿vez eze niño maz mayó, el que lleva la camizeta vede? Ojito con él que ez el maz vetedano. Ze llama Zedgio y le llamamoz “el godila” poque en cuanto noz descuidamoz noz da de hoztiaz.
¡Vaya pues empezamos bien! menos mal que a mí no hay matones que se me resistan. Que no fue cosa de dos días ganarme mi prestigio en el parque. Si al “Gorila” se lo ocurre meterse conmigo no sabe lo que les espera. No en vano en el parque todos me llamaban “el Guau” por mi fama de buen mordedor.
En ese momento llegó Reme, y sin más ni más nos quitó el chupete: “Vamos niños, ahora un ratito sin chupete, que ya muchos tenéis todos los dientes y se os pueden deformar. Luego hablaré con las mamás y las daré unas pautas para que en casa también os vayan quitando poco a poco la manía del chupe. ¡A ver esos chiquitines guapos agugugug agugugugu, agugugugugu!
No hay cosa que me dé más rabia que ver a los mayores haciendo el gilipuertas, ¡hombre! eso se lo consiento a mis abuelitos, que son de la familia no a una señora con mostacho con quien aún no hay confianza. ¡A mí quitarme el chupete!, ¡eso nunca!, ¡a las barricadas!, prefiero batirme en mil duelos que perder mi prenda más estimada. No me quedaba otra que llamar a la revolución. Un hermoso cubo enorme me esperaba y allí trepé con afán.
— Queridos coleguitas, yo soy nuevo aquí; no sé vosotros sí estaréis acostumbrados a estos atropellos, pero desde ahora yo os digo que no. ¡A mí nadie me va quitar mi chupete! No sé si os importará perder vuestra dignidad pero a mí sí. Podré aguantar cualquier cosa, hasta los besos de Reme “la Bigotuda”, pero jamás dejaré que pisoteen nuestros privilegios. Amigos y compañeros os propongo ejercer nuestro derecho y sumarnos todos a una estruendosa y enérgica protesta ¿Vamos a dejar que los adultos nos mangoneen cómo si fuéramos monigotes?, ¿vamos a seguir consintiendo que manipulen nuestra libertad? Yo os digo ¡NOOOO! ¡Todos unidos en nuestra lucha!
Por suerte me les había ganado a todos, incluso Sergio “el Gorila” me miraba con admiración. El coro de berridos fue tan ensordecedor y mareante que a la pobre Reme no le quedó otra que devolvernos nuestros preciados tesoros.
Horas más tarde cuando mamá pasó a recogerme y preguntó a la mujer que tal había ido todo, esta con palabras melosas la contestó: “Estupendamente Alicia, todo ha ido perfecto teniendo en cuenta que ha sido el primer día. Ha habido un momento en que ha llorado un poquito, normal, era de esperar, pero para eso inventaron los chupetes; hija mía es que son mano de santo”.
Y tú, mami puedes estar tranquila, si esto es la guardería, asunto dominado, que lástima que aún no me entiendas y no te pueda contar mi hazaña.
En ese momento llega también la mamá de Sergio y se cruzan con nosotros. No puedo más que mirarle frente a frente y decirle con orgullo y un poco de mala leche: ¡Qué te den, “Gorila”!
FIN
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